Ucrania, una estrategia desde el terreno.

PRT/Barbate Berlin

Camp in Front of Ministry of Foreign Affairs in Kiev.PRT/Barbate Berlin

En 2014 tuve la suerte de viajar 3 veces a Ucrania por diferentes motivos, el principal fue la intención de entender una situación que en ningún momento era explicada desde un punto de vista coherente en la mayoría de medios de comunicación. A día de hoy, me preocupa que el gobierno de Kiev no sea capaz de contener, vigilar y castigar los asesinatos de diputados del Antiguo Partido de las Regiones, o del periodista Oles Buzina. Es una tragedia que la venganza y la irracionalidad se instalen en un país, siendo aún más peligroso que puedan ser aceptadas como una rutina; este tipo de comportamientos son propios de guerras civiles, que esperamos poder evitar en el caso Ucraniano.

Ucrania se encuentra en camino, al igual que ha ocurrido en otros países de la antigua órbita soviética, hacia la confirmación de un conflicto congelado, puesto que una guerra abierta no está en los planes europeos, y menos en los de Alemania. Este es uno de los puntos importantes de este conflicto. La inmovilidad, inmovilidad del conflicto e inmovilidad de las Organizaciones que a día de hoy están presentes en el terreno. Este conflicto, al igual que la anexión de Estonia, Letonia y Lituania en los años 40, sólo puede tener una salida a muy largo plazo.

La Presidencia de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) es ostentada por Serbia, un país dentro de la influencia rusa que tiene estatus de candidato a la Unión Europea, un país que, a pesar de ostentar la Presidencia de la organización en Trío, junto a Suiza (ya fue presidencia en 2014) y Alemania (lo será en 2015), ha dado señales de que va a mantener un carácter de observador más que de actor en el conflicto Ucraniano. Inmovilista.

Así pues, tenemos un conflicto congelado dentro del país, y unas instituciones varadas, hasta principios de 2016, fecha en la cual, se espera que el ejercito ucraniano empiece a tomar de nuevo posiciones en la frontera Oriental, controlada por Rusia y los rebeldes en este momento. Aún inmóvil.

No voy a entrar en si los servicios de Inteligencia dejaron de destinar a sus mejores hombres a Rusia, para redirigirlos hacia la amenaza más inmediata del terrorismo yihadista, o si las sanciones sólo han logrado el cambio de proveedores, pivotando Rusia desde la Unión Europea hacia Brasil, China, India o Corea del Sur, o si ha empujado a Rusia hacia el autoabastecimiento…O si el Kremlin está intentando cooptar a los países “díscolos” europeos, ofreciéndoles ventajosos préstamos a niveles por debajo del mercado, como Grecia o a Chipre para ejercer aún más presión sobre la Unión, no, no hoy.

Me gustaría plantear 2 estrategias para mejorar la situación ya que, a pesar de ser un enamorado de la GEO-estrategia de MacKinder, creo en la resolución del conflicto a través de los actores implicados, no únicamente a través del diálogo que se lleva a cabo en conferencias, en las que no están presentes los que más sufren dicho conflicto:

Las personas que me conocen saben que repito varios mantras desde que comenzó la situación de inestabilidad en Ucrania, aún con Yanukovich en el Gobierno. Creo que hay que conseguir un doble acuerdo comercial, con Rusia y la UE. La dependencia del Mercado ruso que sufre la parte Oriental ucraniana, la necesidad de crecer, exportar productos, y generar seguridad jurídica para la inversión tanto para la parte Oriental como para el resto de Ucrania es vital para el país, siendo imposible afrontar una salida de la crisis armamentística y económica, sin reinsertar a las personas que a día de hoy empuñan un arma en los diferentes frentes. Este doble acuerdo comercial sería transitorio, haciéndose efectivo cuanto antes, y planeando una amortización del mismo en torno a 10-15 años, para poder modernizar la industria y adaptarse a las necesidades de un mercado global. Ante los temores de que diferentes productos rusos inundaran el mercado europeo, como han señalado varios analistas, simplemente comentar que las rutas comerciales están cortadas, tanto por el mar negro como por el este, lo que haría muy difícil una exportación en masa de productos rusos a la UE a través de Ucrania.

Esto nos lleva a un segundo punto, algunos pensarán que este debería de ser el primero, pero como estoy seguro que la estabilidad se consigue a través de la economía y de la integración de los actores implicados, lo pondré en segundo término, la consolidación de un alto el fuego, con cierre de frontera. Debido a que los principales actores de esta guerra híbrida, guerra al fin y al cabo, son en torno a 3 civiles con un arma por cada soldado profesional, hasta que no encontremos una forma de emplear a estas personas, alejándolos del AK-47, y reinsertándolos en la sociedad, no habrá alto el fuego. Hasta que no sea más valiosa la paz que la guerra, no se podrá alcanzar el alto el fuego ni la desarticulación de mafias y mercenarios que operan en el país. La creación de empleo sólo es posible gracias al punto 1, crecimiento económico.

Llegar a valorar más la paz que la guerra es algo que hemos aprendido en Europa tras dos Guerras Mundiales, y la obtención de zonas de confort, que nos impiden lanzarnos a la lucha armada por miedo a perder lo ya conseguido. Pero no sólo podemos fijarnos en Europa, el reciente acuerdo en Enero en Colombia con las FARC, nos plantea una hoja de ruta muy interesante, salvando obviamente las distancias con el narcotráfico, para poder replicar prácticas efectivas en un país como Ucrania. Desmovilización, consenso social, integración social a través de la educación (bilingüe UCR-RUS), y sobre todo recuperación de rutas de transporte, de interconexiones económicas y creación de empleo.

Creo firmemente en que estas dos estrategias unidas a las labores de observación de la única organización que se encuentra desplegada a día de hoy en Terreno, y de la cual Rusia es miembro, la OSCE, supondrían un viraje para el conflicto que representaría a la larga una mejora en la calidad de vida de todos los habitantes de Ucrania, y Europa, puesto que las crisis dejaron de ser locales hace ya mucho tiempo.

Tanto Ucrania y Rusia, como la UE y Estados Unidos han de colaborar para abordar a nivel político todos estos puntos. Ucrania no puede permitir que la zona del conflicto, en la que vivían 4,5 millones de personas, haya tenido un descenso de 3 Millones de personas en esa área, y que la única población que quede sean personas sin recursos que no han podido huir. La inmensa mayoría de la clase media que vivía en las Regiones de Donetsk y Luganks, han huido hacia Kiev, colaborando con el desorbitado auge del precio de la vivienda, debido a los refugiados, que tienen aún dinero para pagar un alojamiento en la capital. Este éxodo no es unidireccional, mucha clase media se ha trasladado a Rusia, fomentando así una aún más lenta recuperación de la zona rebelde en Ucrania.

Tenemos que dejar de acercarnos a Rusia de la misma forma que nos acercamos a otros países democráticos, Rusia no es una democracia, y lo ha demostrado por ejemplo, a través de sus elecciones o su falta de respeto a los derechos individuales (Musulmanes en el Cáucaso, Homosexuales, etc.); no lo es, y por tanto se ha de mantener una política acorde con este planteamiento, llamémosla Ostpolitik, o política común específica para Rusia, pero desarrollemos una específica. Si durante la guerra fría cada país tenía una línea y un teléfono (recordemos el mítico teléfono rojo que hubo en la casa Blanca y en Moncloa) para contactar con un país diferente, ¿por qué hoy intentamos replicar el mismo “Art und Weise” (método, forma y manera) a la hora de negociar con la mayoría de los países? Inmovilidad, que nos frena.

Sólo me queda una pregunta incómoda que hacer a los que han aguantado hasta aquí:

En caso de que la Unión Europea consiguiese alinearse en una política común hacia el conflicto, y tras haber cometido un error de cálculo en el juego de ampliación comercial, ¿será capaz de explicar a sus contribuyentes que parte de sus impuestos van a ir destinados a salvar a Ucrania? Tal vez estos mismos contribuyentes prefieran salvar a Grecia, o fomentar su crecimiento interno antes de invertir en un auténtico “fondo futuro de capital riesgo” como es Ucrania. Para que estos contribuyentes tomen una decisión, el ECOFIN debería publicitar mucho más sus decisiones.

Recordemos que en el 99% de los casos, la solución a un problema es el pistoletazo de salida hacia el siguiente, ¿estamos dispuestos, por tanto, a seguir adelante? Creo que debemos, empezando por llevar a cabo una política activa, propia, no reactiva, reaccionando a los hechos consumados de otros países; sino lo hacemos, los problemas externos terminarán por dirigirnos a nosotros, muy probablemente hacia donde ellos quieran, no hacia donde nosotros imaginamos que llegaríamos.

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